La isla - María Palop & Nancy Navarro & Buenos días Princesa & Salvador Arnau


Vivía dos islas más allá de la mía. No habían puentes. Tan sólo podíamos conectarnos a través de Internet. Las corrientes entre las islas eran muy salvajes y parecían interminables en el tiempo, lo cual imposibilitaba la circulación de lanchas y pequeñas embarcaciones. (Salvador Arnau) 

En la esperanza que provocaban tus palabras, yo encontraba esa isla deseada, donde se escondía la paz que necesitaba mi alma. Estaba blindada, no atracaban los navíos cargados de cosas vanas. (MARÍA PALOP)

Entre aguas de olas alborotadas, buscaba tus ojos, tu mirada. El viento jugaba con mis cabellos y en lo alto del cielo, decenas de gaviotas volaban de isla en isla. La esperanza de alcanzarte me llevaba a cerrar los ojos y convertirme en una de esas blancas gaviotas. (Nancy Navarro+>

Vivía dos islas más allá, pero la distancia se me antojaba un continente, todos los mares y océanos del mundo. Vivía en mí y al menos eso aliviaba mi desesperación, no poder tocarla, no poder perderme en sus ojos llenos de primavera. Vivía dos islas más allá, y yo quería vivir en ella.




Tenemos amigos que escuchan los llantos - Salvador Arnau



Tenemos secretos que nunca contamos,
tenemos el tiempo, nos faltan los años,
tenemos silencios en puentes colgados,
tenemos dos islas y no conectamos.

Tenemos los cuentos que no publicamos,
tenemos abiertos los libros cerrados,
tenemos palabras que nunca editamos,
tenemos canciones que ya no cantamos.

Tenemos la vida, no estamos colgados,
tenemos conciencia, nos sobran regalos,
tenemos los mares, comunes pasados,
tenemos las ganas, los pasos marcados.

Tenemos ausencias, no andamos sobrados,
tenemos amigos que escuchan los llantos,
tenemos ladridos de perros urbanos,
tenemos vivencias que nunca olvidamos.

Tenemos de todo, virtudes, pecados,
tenemos las curvas, caminos andados,
tenemos los versos, tenemos relatos,
tenemos los besos que nunca nos damos.





El amor es simple, no pide sólo da, nada espera de ti porque tu sola presencia le basta - María Palop & Nancy Navarro & Salvador Arnau


Qué puedo darte yo, si nada escondo en mis bolsillos, tan sólo ganas de dormir, virtualmente, junto a tu almohada y escuchar tu respiración cada noche, y encontrarme con tus ojos en una mirada.

Alegar, no alego nada, sólo tengo un corazón, un par de frases por escribir y un intenso deseo de que entiendas que al amor no es un verbo que se instala con condiciones y que la amistad es lo más grande que nos puede pasar.

Libres, sin pedir ni esperar nada. Alegres, sin condicionar el próximo movimiento, dejando espacio para que todo fluya sin obstruir la elegancia de saber estar en cada momento donde el cielo no es la única esperanza porque aquí, en la tierra madre, hay islas perdidas llenas de vida por todas partes. (Salvador Arnau)

Cómo se puede entender la palabra amor como moneda de mercancía complicándola al mezclarla con otras cosas como convivencia, interés, solución, finalidad. El amor es simple, sí, sólo hay que soñar, confiar y esperar el momento oportuno para vivirlo. (María Palop)

Sólo tengo amor para dar, tan sólo eso. Puedo escucharte hasta mirarte y encontrar una sonrisa en tus palabras. Alegar si hablas con el corazón o es el pensamiento que vaga. Pueden ser tus manos, que escriben frases por no tener cerca un rostro y besar sus ojos.

El amor es libre, nadie debería enjaularlo, simplemente dejarlo volar cual ave que alegre canta al cielo. El amor no se compra ni se cambia como una mercancía, tampoco es interés ni solución de nada. Sólo se da, se confía y se sueña como el mejor de todos los regalos. Es simple, nace y se esparce como la esperanza.



La primavera ha venido - Christina Peralta & Nancy Navarro & Salvador Arnau



El invierno empezaba a aburrirme con su molesto frío. Echaba de menos el tímido sol de primavera, el poder despojarme de un poco de ropa y sentir el calor del sol. Faltaban algunos días para que llegara, pero yo no dejaba de esperarla. 

Y por fin, llegó… el frío se dio a la fuga de una forma intermitente y empezaron a reinar más horas de sol que de penumbra. No pude reprimirme, empecé a salir a la calle en busca de su rayos que tanto bien me hacían. Me sentaba en un banco, en un peldaño de cualquier escalera e incluso desde el balcón de casa para poder recibir su energía, tan efectiva para activar las neuronas. 

El sol, lleno de todo, sin abusar de él, siempre me había transportado hacia un bienestar indescriptible. No sé qué tiene, pero sé que es pura vida. En estos tiempos que corren, me da por mirar en la página del tiempo para saber si regresará mañana o unas nubes tormentosas interrumpirán su presencia durante unas horas. Y aunque la primavera no es lo mismo que el verano, tengo mi taburete preparado, en su sitio, para cuando me levanto poder sentarme y disfrutar de todo lo que me da, calentando cada centímetro cuadrado de mi cuerpo. (Salvador Arnau) 

Se fue el invierno dando paso a la primavera y dando el próximo enlace al verano. Qué delicioso es sentir las caricias del sol después de haber pasado un invierno sin un cálido abrazo, sólo el del cobertor que nos envuelve y conoce cada parte de nuestro cuerpo. 

Y con sus aromas, nos regala vistas florales, el verdor que nos alienta a volar con el viento. Acaricia cada parte de nuestros cuerpos buscando rincones blancos sellados por el invierno. Minuciosamente, nos besa y se pasea dando calor sin contratiempo. 

Llelga con un sol radiante dejando ese sabor que nos hace falta y buscando ropas cómodas, frescas y alegres para pasear y sentir la delicia del viento cuando te abraza y te hace bailar en los días calurosos de nuestra esperada primavera. Y yo, aquí te espero, entre las humedecidas flores del campo. (Nancy Navarro+>


¿De dónde habrá surgido tanto esplendor y encanto? Cada hoja mojada por el rocío, cada pétalo perfumado, la magia de las mariposas sobrevolando lo divinamente creado. El zumbido de las abejas en el jardín rebuscando, el elixir de la vida para endulzarnos. Fue para amarnos. Como la rosa que se destaca entre violetas y nardos, comparte espacio, disfruta el canto, del pajarillo en su concierto desde lo alto. Christina Peralta (Ver+)


Le llamaban depresión y un sueño nos hizo despertar - Luna de Primavera & Eva Figueroa & Salvador Arnau



Todo empezó a oscurecer, faltaba luz. Levantarse de la cama era una cuestión de fe. No había nadie para despertarme, y cuando conseguía alejarme de la habitación miraba por la ventana y todas las nubes me parecían oscuras, negras, feas, horrorosas…

Pasaron más de tres meses viviendo todos los días con la misma sensación, hasta que ayer por la mañana, me desperté y recordé el sueño que había tenido aquella noche:

“Volaba por encima del mundo y veía montañas multicolores, una sensación de paz me invadía de tal manera que no quería hacer otra cosa que seguir en el aire, por encima de todas las cosas.”

Me incorporé, me senté y apunté el sueño en una pequeña libreta. Desde ese día no he vuelto a tener malos despertares. No sé qué ni quién fue, pero sé que alguien hizo algo para que aquella situación cambiara… y cambió para siempre. (Salvador Arnau)

Poco a poco empecé a sentirme mejor. Fue como si el sueño de aquella noche se convirtiera en un punto y aparte en mi vida; en mi día a día; en mi mundo. Y aquel sueño jamás me abandonaba; yo no se lo permitía. Las montañas multicolores, la paz, el aire rozándome la piel. Todo lo que mis letras capturaran en aquella pequeña libreta dormía conmigo cada noche bajo mi almohada.

Antes de cerrar los ojos releía cada día mis propias palabras, las saboreaba y me las tragaba para volverlas a soñar. Y así fue durante un tiempo cada noche. Exactamente lo mismo; el mismo sueño; la misma paz.

Así era, sobrevolando el mundo acompañado únicamente por el viento; por mi respiración; por las montañas. Hasta que un día todo cambió. En mi sueño había alguien más.

Poco a poco empecé a sentirme mejor. Fue como si el sueño de aquella noche se convirtiera en un punto y aparte en mi vida; en mi día a día; en mi mundo. Y aquel sueño jamás me abandonaba; yo no se lo permitía. Las montañas multicolores, la paz, el aire rozándome la piel. 

Todo lo que mis letras capturaran en aquella pequeña libreta dormía conmigo cada noche bajo mi almohada. Antes de cerrar los ojos releía cada día mis propias palabras, las saboreaba y me las tragaba para volverlas a soñar. Y así fue durante un tiempo cada noche. Exactamente lo mismo; el mismo sueño; la misma paz. Así era, sobrevolando el mundo acompañada únicamente por el viento; por mi respiración; por las montañas. Hasta que un día todo cambió. En mi sueño había alguien más.




No voy a empezar a hablar de mi infancia porque me revienta por lo recurrente que es siempre, sólo diré que fue atípica, viajaba mucho y nunca tuve muchos amigos. Algo debió de marcar. 

El tema es que pasaron los años y me asenté, conocí a cuatro personas maravillosas, de una de ellas me enamoré. Estas personas me hacían sentirme como en casa, eran mi familia, cada cena de sábado por la noche era como las de nochevieja, al menos esa era mi impresión. 

Un verano decidimos hacer el viaje como cada año, pero una urgencia de última hora me impidió ir con ellos, por lo que quedamos en que viajaría en tren al finalizar mi tarea. 

Ellos en la carretera se salieron de la curva y murieron dos, no puedo explicar esos momentos ni los posteriores. Porque seis meses más tarde se suicidó Marc y a los tres meses Laura, no pudo soportar la presión de la pérdida y se tiró al tren delante de mí una mañana. 

Caí, caí en un pozo tan profundo, que dejé de ser persona, perdí toda actividad tanto mecánica como mental, no podía pensar, pero el dolor era muy intenso, era un enorme agujero que me traspasaba el pecho y podía sentir el aire a través. 

Estuve ingresada durante mucho tiempo. Los médicos no sabían qué hacerme por lo que me mandaron a casa con una dosis elevada de morfina diaria de por vida hasta esperar la muerte por melancolía. 

Pasaron meses de los que no me acuerdo, sólo sé que un día amaneció antes de tiempo, o puede que fuera yo la que se adelantará al día, no puedo explicarlo mejor, es como si alguien en mi interior me despertara, me zarandeara y me dijera que tenía que volver, que allí no podía quedarme. Puedo hablaros de un camino y de muchas puertas, puedo contaros que sobre un pedestal había un libro azul y helado, y que al abrirlo estaba lleno de todas las fotos, imágenes donde fui feliz, estaban todos los momentos que compartí con ellos, pero hacía mucho frío, lo recuerdo porque temblaba y notaba como me castañeaban los dientes. 

Desperté de ese sueño, si se le puede llamar así, aquella mañana y después de saludar a mi madre, que fue la que se lo comió todo, y desayunar, busqué al mejor psiquiatra del mundo. Cogí un vuelo hasta Colonia, volví después de dos años de tratamiento. 

 Estoy bien, aunque sigo sin ganas de comer. (Luna de primavera)  



Islas sobre el asfalto - Laura Mir



Aunque cueste creerlo, hay porciones de tierra sobre el asfalto, zonas elevadas por encima del nivel del mar, cubiertas de exuberante vegetación y perfiladas por escarpados acantilados donde rompe con furia el oleaje. El cielo se cubre de un celaje oscuro e intenso, impregnado de sonidos y silencios que en realidad, por mucho que viren, no van a ninguna parte, hasta que todo el territorio se viste de un amenazante gris marengo. Cuando se cree que ya no puede oscurecerse más, llega el poniente con la misma facilidad que llega el levante. Sopla fuerte y despeja muchas veces casi sin lluvias.


He observado que cuando la aguja perfila la cima más alta, que suele ser al caer la tarde, llueve con violencia tropical y se hace bastante inestable su estancia.


Las llamo las Islas de los Raros Vientos, no es un lugar agradable para vivir, al margen de que los lugareños no son muy hospitalarios y pocas veces, por mucho que se insista y se argumente, se nade contra corriente y te dejes la piel entre las rocas: aceptan a perdidos robinsones.

Laura Mir 


Una noche inolvidable - María Palop & Nancy Navarro & Beatriz Cáceres & Salvador Arnau


El ocaso había llegado, ninguno de los dos lo vimos venir pero lo presentimos. Total, daba igual que hiciera sol o que la luna impusiera su presencia, lo único que nos importaba es que estábamos juntos. Mientras paseábamos, el viento de la primavera parecía aire acondicionado que nos refrescaba aquella noche, cerca de la mar, de la vida y del amor que empecé a sentir por ti. (Salvador Arnau)

El ambiente era de alegría por la camaradería, complicidad… un general despertar a la vida que en común se respiraba y flotaba en la atmósfera, pero faltaba algo… faltabas tú y un impulso irrefrenable me llevó al balcón. Noche de verano cuando todavía se podía ver el cielo cuajado de estrellas y mirándolas fijamente sentí la certeza de estar junto a ti en cualquiera de ellas. Cualquiera sería la afortunada dónde tú, con todo mi despliegue de fe posible, imaginaba estarías mirando en el mismo preciso instante que yo. (María Palop )

Una noche linda y bella en la playa en la que no estoy, pero dónde me encuentro miro el cielo lleno de estrellas y te presiento abrazados frente al mar. La brisa salobre juega con nuestros cuerpos, qué gracia sentirte cerca sabiendo donde te encuentras, lejos de mí pero tan presente en mi pensamiento y mi corazón, envueltos en melodías que mueven el viento cálido y sublime, cautivos y ocultos en una noche linda en la arena de la costa de nuestros sentimientos. (Nancy Navarro+>)

Caminamos, uno al lado del otro. No hay palabras, no son necesarias. En el aire, flota nuestro instinto. Libre y bello. Te miro, como queriendo no hacerlo. Me gusta la emoción que embarga esa mirada furtiva. Guarda el deseo de recorrer tu rostro con mi mirada. Tus ojos, me puedo ahogar en ellos. Tienes una mar agreste retenido en el interior de tus retinas. Deseo nadar en ese mar, poder alcanzar en esta ensoñación el misterio de tu orilla.



La magia de la amistad en internet - Nancy Navarro & Beatriz Cáceres & Siloe Sombra & Christina Peralta & Sophie K & María Palop & Salvador Arnau


Me levanté temprano, empecé a pensar en las personas que vivían de una u otra manera en mi mente. Me sentí bien pensando que no estaba solo. Aunque la distancia y el tiempo en internet puedan llegar a desesperar, he aprendido a vivir el momento tal como acontece. Compartimos letras, palabras y frases e incluso discutimos maduramente sobre cómo poner el punto sobre la “i”. No sé a vosotras y a vosotros si os hace bien, pero puedo aseguraros que a mí me gusta ver vuestras vocales por aquí intentando conjugar verbos y letras que coincidan con frases que busquen un sentido emocional, sensitivo o sensual. (Salvador Arnau)

Gracias por la invitación a dejar parte de nuestros pensamientos impresos en este renglón. Los días que pasan no son fáciles y en ello tenemos que seguir dando lo mejor que tenemos. Y mi falta de puntuación... hoy estoy muy llorona y creo no podré terminar lo que quiero decir pero es un día más de nuestras vidas y tengo que superar mis emociones para no caer en depresión y esto me ayuda el escribir, me llena el alma de alegría al sentir que sí existe la magia de la amistad. (Nancy Navarro+>)

El poder de la historia, del mensaje, es el responsable. Me pierdo en el contenido, fluye, inunda a esa página en blanco. Para mí lo significa todo. Amor, libertad, amistad, sueños, deseo, pasión… la lista es interminable. Se asemeja a una tenue llovizna que cae despacio, con mesura. Conociendo en el interior de cada gota, cuando se desprende de ese cielo, que al rozar la tierra será capaz de amar cada una de sus partículas.

El no saber, quizá el paso descompasado, el no saber cómo contar, o tal vez, que mi historia no interese. Son partes inevitables, pequeñas partículas de mí, de mis inseguridades o transparencias. Vivimos a una velocidad de vértigo y obviamos que hay personas que necesitan una determinada atención, una caricia, tal vez sólo una palabra de aliento para dejar de sentirse transparentes y decidirse a formar parte del mundo.

He desmontado sensaciones que no comprendo. Las he arrinconado en montoncitos de versos, y de un tirón las he barrido, lanzándolas desde el balcón al precipicio. Sólo en días que no hay viento, que la brisa va muy lejos, cayendo justo en el momento en que no quiero quedarme con nada por dentro, sólo con mi corazón latiendo y alguna mágica ilusión que de ti voy conociendo. Una versión atemporal y sin velos. Christina Peralta (Ver+).

Pasa el día, llega la noche, y palabras, convertidas a veces en versos , otras en cuento, como mariposas vuelan sobre mi cabeza. Unas se van, otras se quedan, tal como éstas, grabadas como manchas en la blancura del papel. (Sophie K)

La distancia y el tiempo, ciertamente, pueden terminar con nuestros nervios en Internet. Es uno de los precios por las ventajas de los actuales medios de comunicación pero también, ciertamente, encierra un gran beneficio y es la manera de acercarnos al mundo exterior que nos rodea, incluidas las personas de las que anteriormente resultaba inalcanzable su cercanía, con la facilidad en ocasiones deseada. Gracias a todo ello y de la misma manera, podemos expresar y aflorar nuestros sentimientos, tantas veces necesario, haciéndolos llegar de inmediato a todo aquel o aquellos que necesitamos para evitar "esos días de nuestras vidas" que resultan tan difíciles de superar y que quién no los tiene. (María Palop)




Dimensiones 5 - Desenlace - L. Mir & S. Arnau



La esencia de Niria vagaba y se difuminaba en el aire, necesitaba encontrar un cuerpo vivo para poseerlo y poder sobrevivir….

Lyra hizo uso de sus poderes para intentar liberarse de la jaula en la que Jalu las tenía atrapadas y, durante unos minutos, se transformó en la más grande de todas las lobas que una mente fuera capaz de imaginar. Con sus gigantescos y robustos dientes consiguió ensanchar los barrotes de la jaula y juntas salieron a toda prisa en busca de la esencia de Niria.

Apresuradas, buscaron por todas partes hasta que, al llegar a un río, Andrea presintió algo.

 Tengo la sensación de que la esencia de Niria está bajo el agua. Voy a buzear por el río.

 ¡Espera Andrea! Jalu nos persigue, debemos estar atentas.

 Bien, pues tú vigila mientras yo me sumerjo en las profundidades, a ver si consigo encontrarla.

 De acuerdo Andrea, mantendré los ojos bien abiertos desde la orilla por si Jalu es capaz de encontrarnos.

Andrea rastreó el río desde una orilla hasta la otra pero no conseguía sentir la esencia. Siguió buceando hasta lo más profundo y allí vio una pequeña luz concentrada en una piedra diminuta. Con las fuerzas que le quedaban se acercó hasta ella y al intentar tocarla, recibió una contracción en la mano que la dejo desfallecida.

 Lyra observó como el cuerpo de Andrea flotaba en el río. Asustada, creyendo que había fallecido, se acercó rápidamente hasta ella para acercarla a la orilla. La estiró en la tierra y empezó a hacer pequeños rituales con sus manos sobre su cuerpo.

Jalu, que no había dejado de perseguirlas, observaba la situación a cierta distancia. pensando que Andrea estaba muerta y llevaba clavada una piedra brillante en la mano que daba por hecho que era la esencia de Niria.

Justo en el momento en el que Jalu se decidió a atacar, los rituales mágicos de Lyra hicieron efecto, la pequeña piedra brillante entró del todo en la mano de Andrea y en ese momento se despertó. Sacó el reloj de su bolsillo e introdujo la llave en la primera clavija, anulando el ataque de Jalu que cayó al suelo de golpe y quedó desfallecido.

Lyra y Andrea salieron corriendo, dejando el río atrás y se dirigieron de nuevo hacia el bosque en busca de los ancianos pero al llegar al lugar no encontraron a nadie. No recordaban que estaban en el Mundo Inverso y que tenían que regresar por donde habían venido.

Treparon de nuevo por el árbol, hasta lo más alto y esperaron impacientemente la llegada de la nube que les devolvería al mundo anterior. Tras una larga espera, por fin apareció y no dudaron un instante en entrar en ella para iniciar el regreso. Descendieron de nuevo por el gran árbol y cuando llegaron al suelo se sintieron aliviadas al encontrarse con el Ente que las invitó a que le siguieran para poder llegar al camino.

Cuando llegaron, Lyra se despidió de Andrea y le dijo que se inventara una historia y que no le contara a nadie lo que había sucedido.

Andrea, divisó a lo lejos a Marcos, estaba solo, sentado en una piedra, y cuando la vio, echó a correr hacia ella, se abrazaron con mucha fuerza, cerrando los ojos por la inmensa alegría del encuentro y al abrirlos se encontraron de nuevo en el parque del laberinto.

  Es hora de volver a casa - comentó Andrea.

 Sí, ha sido todo tan raro. ¿Dónde te habías metido? ¿Querías jugar al escondite?

Y, cogidos de la mano y sonriendo, emprendieron el camino de vuelta hacia el hogar, mientras Andrea le contaba una historia inventada para no revelar el secreto que ahora debería guardar durante el resto de su vida para ser custodia de la magia mal empleada en el planeta tierra.

 FIN









Si quisieras quererme - Salvador Arnau



Si me echaras de menos, seguiría
contando mi ilusión a todo el mundo,
si me dieras tus manos, moriría
si alguna vez fugaras a inframundo.

Si te dieras la vuelta, yo me iría
a buscarte en las huellas del segundo,
donde mora tu piel y tu alegría,
donde vida le das a cada punto.

Si quisieras quererme, bajaría
desde el cielo una nube en tono oscuro
para verte pintarla de empatía,

con un blanco color que es sólo tuyo
porque tú lo conviertes, día a día,
con tu amor, en un hálito profundo.





Somos lo que decidimos ser - Nancy Navarro & Salvador Arnau



Somos mariposas al viento, saliendo de nuestro capullo, desplegando nuestras alas al viento como nuestros pensamientos e imaginación y difundiendo lo que sentimos con un corazón abierto. 

Somos un tiempo pretérito con un futuro lleno de esperanza. Somos lo que decidimos ser dentro de las limitaciones que la vida nos impone. Somos margaritas que deciden cambiar su color cuando es preciso. Somos únicos e irrepetibles y nada ni nadie puede marcar nuestro rumbo. 

Donde emanan amores y desamores electrizando a cada persona que siente la palpitante emoción que te enamora y que te enciende al dar un beso al ser amado que no está pero lo sientes. 

La amistad es más fuerte que el amor, porque éste es efímero y limitado, la monotonía lo destroza todo si no hay una auténtica y sentida amistad. Discernir entre amistad y amor pasajero no es fácil ni sencillo, pero sí posible. 

Unos le llaman amor, otros amistad, a mí me da por llamarlo lealtad. 




Me olvidé de mi piel - C. Peralta & S. Arnau



Olvidé la piel en otra noche, la dejé prendida como un broche, la verdad aún no recuerdo dónde. Perdón, no pretendía este derroche de mi desnudez y tus reproches. Si te beso se calma este desorden y así vuelvo a vestirme con tu nombre. Me perdí por un desierto lleno de letras que no tenían sentido. 

Apareciste tú y empezaste a casar una letra con otra, y de esa unión, surgieron palabras, y después frases. Entonces comencé a entender el significado de la oración, y estas se convirtieron en extensos relatos dignos de leer,

A veces sólo basta decir que hasta el acento es hermoso, mucho más, cuando la intención no es el acoso. Letras que surgen de la nada o de algún recuerdo impetuoso, que entre amigos, se comparte para obtener el aprecio, tan sólo eso, algo valioso. 

La amistad es algo que roza lo sagrado. Siempre he tenido muy claro que un ser humano merece todos los respetos del mundo por mi parte. No busco lo que imaginas, encuentro lo que deseo… mentes sabias y maduras que sepan estar donde tienen que estar. 

No alcanzo a entender el velo del decoro entre el recelo y mi estupidez. O tal vez sí logro entender y no quiero comprender al ver el consuelo de la oración en la madurez. Quizás logre aprender a mirar a quien mostrarle mi ser. 

Seguramente, así sucederá, porque eres inteligente. Y eso te pasará una buena factura en la vida. Las cosas, las gentes, la vida, las situaciones, vienen y nos prueban… y somos nosotros, sólo nosotros los que tenemos o no la capacidad de discernir entre transitar en la basura o en el cielo.


Recobradas esperanzas - Laura Mir & Sophie K & Buenos días Princesa & Salvador Arnau



Marita, aquella tarde a última hora decidió que necesitaba tomar desesperadamente una copa, el día había sido agotador y bastante desalentador. Hacía un año que estaba enamorada en secreto de su jefe y aquella jornada, él como si tal cosa y con cara de felicidad, le había presentado a su novia recién estrenada: una vendedora de cosméticos, alta, rubia y bellísima. Imposible entrar en una competición, tenía todas las de perder.

Con los ánimos por los suelos dirigió sus pasos hacia el bar de la esquina, Las Recobradas Esperanzas.

Al cruzar la terraza, observó a una mujer que le era conocida. Se la veía bastante triste, con su vaso de café con leche interminable y su madalena a miguitas para las palomas, porque apenas la probaba. Su gesto era del reloj al móvil y del móvil al reloj, como si esperara a alguien eternamente. Marita, tenía la seguridad de que nunca vendría, sentía pena cada vez que la veía en aquella larga espera, desde hacía varias semanas cuando regresaba a casa.

Cuando pasó por su lado, la saludó, la mujer ensimismada en su mecánica, ni siquiera la miró. Entró, se sentó en un taburete de la barra y esperó pacientemente a que el camarero terminará de silbar mientras secaba los vasos para atenderla.

Marita miraba sin ver, su pensamiento se había quedado flotanto, intentando descifrar la amargura de aquella desconocida. Entendía muy bien esa mirada, esa tristeza que emanaba sin poder evitarlo, seguramente no sería una persona amargada, alguien la había convertido en lo que ahora era.

En ese vorágine de suposiciones andaba, cuando el camarero se le acercó para servirla:

 Buenas tardes. ¿Qué desea?

 Un Jack Daniels con hielo, pero un dedo  contestó Marita.

¿Horizontal o vertical?

 Horizontal porque quiero llegar a casa y vertical porque lo necesito.

 Pondremos algo intermedio  le dijo el camarero con una sonrisa.

Marita le preguntó por la mujer de la terraza.

Aunque te sorprenda, esta señora viene aquí desde antes de que yo comenzara a trabajar en el local. Mi compañero que ya no trabaja aquí, me dijo que venía desde antes. Así que no puedo contestarte.

La muchacha se bajó del taburete, cogió su vaso y se encaminó a la terraza.

¿Puedo acompañarla?

Sí, claro, un poco de compañía no me vendrá mal. Mi nombre es Marita.

 El mío Isabel, un placer conocerla. Disculpe que sea tan directa, pero siempre la veo aquí sentada, como si esperara, y me preguntaba qué le pasa.

Al contrario de lo que pueda parecer la mujer no se molestó, tenía ganas de contarle su historia, que comenzó de la siguiente manera:

Aunque pueda sorprendente soy hija de una prostituta, y mi madre me vendió a los doce años. Por lo que me dediqué a la profesión, hasta que conseguí casarme con uno de mis clientes. Tuve dos hijos  dijo rebuscando en el bolso y sacando una billetera con las fotos de ellos  . Ahora son más grandes, pero no quieren saber nada de mí, cuando en realidad me desviví por ellos. Cuando mi marido me abandonó tuve que volver a las calles, no sabía hacer otra cosa y tenía que sacarlos adelante.

 Uf, qué vida ha llevado.

 Espera que hay más. Hace aproximadamente quince años conocí al hombre de mi vida, por supuesto también cliente. Nos enamoramos, pero no podemos vivir juntos.

 Y eso... por qué.

 Su mujer está enferma y moralmente no puede abandonarla.

 Pero… pero con los años que han pasado, no me explico cómo es posible que aún siga esperando.

 Nos vemos de vez en cuando, muy de vez en cuando.

 ¿Y eso te compensa?

No, claro que no, pero para mí ahora es tarde.

 Nunca es tarde en realidad.

 Siempre espero, fue la casualidad… o quizá no y la cosa pasa por ser más sencilla que todo eso. La vida a veces te quita cosas importantes y otras, te las da a manos llenas pero son tan inútiles que no sabes qué hacer con ellas.

Marita la miró a los ojos y en su profundidad vio todo el sufrimiento de las largas ausencias, de aquellas esperas interminables y de la incertidumbre. De las mentiras y las falsas ilusiones, más de las propias que de las ajenas. Y comprendió que no valía la pena perder el tiempo con alguien a quien lo le importas en absoluto y que lo más importante de la existencia es uno, por lo que decidió olvidarlo, era cuestión de controlar el pensamiento. Lo haría.

Continuaron hablando pero de otros temas, de la crisis, la moda y el tiempo, hasta que las sombras se proyectaron y cayó la noche.

Alguna que otra tarde, Marita al salir del trabajo, se acercaba hasta Las Recobradas Esperanzas para hacerle compañía y durante el rato que estaban juntas, Isabel sólo daba de comer a las palomas las miguitas de madalena, ya que el ritual del móvil al reloj y del reloj al móvil, en agradable compañía dejó de realizarse.

Una de aquellas tarde Marita encontró la silla de Isabel vacia. Entró en el local y se acercó hasta el camarero para preguntarle por ella.

 Hace días que no viene por aquí, no puedo decirte más.

 ¿No dejó ninguna nota para mí?  preguntó expectante.

El camarero negó con la cabeza. Marita quedó desconectada y regresó cabizbaja a su casa, pensando en qué habría sido de ella.

Dos meses más tarde se la encontró paseando por la gran avenida, del brazo de un hombre que, por la descripción que le había dado, era el que ella llamaba “El hombre de mi vida”. Tuvo ganas de acercarse para saludarla, pero la vio tan feliz que no quiso interrumpir el momento de buena suerte que por fin le había concedido el destino, cosa que la hizo inmensamente feliz.



Sophie K







Katrina nunca existió - Laura Mir & S. Arnau


Año 2005, el huracán más destructivo que nunca habíamos conocido, se esparció por el Atlántico sin pedir permiso, a traición. Casi dos mi personas perecieron en este fatídico episodio de la diosa madre naturaleza.

Todo empezó en las Bahamas, atravesando el sur de Florida hasta llegar al golfo de México. El sistema de protección de diques de Nueva Orleans no funcionó como se esperaba… todo un desastre. Incluso se hicieron denuncias al Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos y se les responsabilizó de las inundaciones, pero la inmunidad de la que gozaban sólo acabó en un par de dimisiones. 

Aunque saltaron las alarmas, no pudimos preverlo, nadie nos avisó, y nos llegó, como llegan siempre tantas catástrofes, por sorpresa.

La pasamos ocultos, a resguardo pero en sitios distintos. Y al salir nos encontramos ante los destrozos del agua, el viento que se formó en los golfos y la fuerza del mar, sólo queda buscar entre los despojos de los que un día fue, a los supervivientes.

Las gentes corrían como locos buscando a sus familiares, gritaban, gritaban entre sollozos y gemidos. Recuerdo que no podía moverme, estaba horrorizada en mitad de lo que quedaba, de lo que antes fue una carretera de doble dirección, aunque nunca se usó en los dos sentidos y eso que estaba en el proyecto inicial, era como si fuese un desierto, ni siquiera pude gritar tu nombre, no lo recordaba, no podía. Como pude, me acerqué a un tronco de un árbol, e intentando sacar de mí tanta sinrazón, me doblé y vomité.

Pasó el tiempo en el que te busqué, como un vago recuerdo y no pude encontrarte, entonces no me quedó más remedio que aceptar la evidencia, habías muerto junto con el resto de las víctimas.

Tardaron días en los que tuve que esperar para volver, nos trataron bien dentro de las circunstancias, hasta que nos repatriaron.

Ahora, sólo son recuerdos lejanos que a veces me despiertan de madrugada, en forma de pesadilla y pronuncio sólo un nombre, Katrina, por última vez, porque el gobierno decidió eliminar el nombre de ese huracán, intentando olvidar todas las desgracias que tuvieron que soportarse en aquel año tan fatídico.



El mejor regalo - Sophie K.


Un día, como gracia divina, recibí un regalo, no se leía el nombre de quién lo había enviado. No sentí deseos de abrirlo y lo lancé a un oscuro rincón. Aunque me llegaba la curiosidad y me vencía el miedo, a veces veía como salían de él suaves destellos. Eran hilos de luz que formaban un arcoíris, pensaba que mis ojos me engañaban, que me estaban jugando una mala pasada. 

Una madrugada desperté y como ya no podía dormir, fui hasta el rincón y, venciendo el miedo, tomé en mis manos tan extraño regalo, rasgué su envoltura, debajo de esta había otra que tenía un ligero brillo. Me atrapó tanto que no quise seguir y ahí la dejé. Pasaban los días y por fin creía estar segura, el regalo irradiaba luz, a veces intensa y otras algo apagada.

No le conté a nadie lo que me estaba pasando, pero ese regalo trastornaba mi vida, mucho, tanto que ya, si no veía su luz, la extrañaba, lo tomaba entre mis manos, lo acercaba a mis oídos, sentía como si me hablara. El papel se fue gastando, él solo se desgarró, y entonces pude ver una hermosa caja, brillaba como si miles de estrellas estuvieran adheridas a ella. 

La toqué suavemente con mis dedos, disfrutaba de su resplandor pero no quise abrirla, algo me decía que no, que todavía no era el momento. Al cabo de unos días, la vi abrirse, pude ver su contenido, era tan extraño: dolor, rabia, tormentas, amarguras, sombras y lágrimas. 

Todo eso salió de la caja. Mi corazón se encogió, no era posible que tanta luz guardara tanta tristeza; aleteando con mis manos y soplando con mis labios intentaba alejar esos quebrantos, me esforzaba, se lo debía a mi regalo, él me dio mucho aun sin yo saber lo que llevaba dentro, pero era difícil separar todo aquello.

Parecía que tuviera raíces, bien profundas, en sus paredes, y se esparcía por todas partes. Yo luchaba contra ellas, no perdía la esperanza; cada día seguía igual que el anterior, mas mi corazón me decía que esperara, que eran nubes negras y que un día se irían... y así fue. 

Estaba observando la caja y de repente salió un rayo de ella, traía con él el sonido de una risa, se oía lejana pero era dulce y clara, también llegaba lluvia y viento que alejaba las penas. Y la lluvia mojaba la sequedad y después llegó una luz, acompañada de un agradable calor, como si la luna y el sol se juntaran. De la tierra brotaron flores, llenas de olor y color, y así fue como, con sus grandes y blancas alas, un ángel apareció de la nada, lo supe en ese mismo instante… ese ángel se llamaba “Florenti”.

No era un ángel como el de los cuentos, era un hombre de carne y hueso, venía cargado de cosas, traía virtudes y defectos, eso hacía de él, simplemente, un ángel perfecto. 


 Sophie K.



Letras bajo custodia - Alejandra Sanders & Beatriz Cáceres & Mercedes Gil & Nancy Navarro & Salvador Arnau



Donde terminas tú, empieza mi libertad, donde se acaba tu aliento nace el carnaval, donde sacas tu genio me da por soñar, se avecina una nube que nos quiere mojar. Como siempre, llueve sobre mojado. 


Que sea ese vendaval que nos empape de esperanza y nos inunde de paz, que haga surgir la magia y que pueda perdurar, más allá del deseo, del tiempo que el amor pueda traspasar, desafiando a la misma eternidad. 


Impregnada de ilusiones, yazgo en mi nube. De ella gotean letras con visos de diluvio. Riegan el universo con sus caracteres de cristal. Inquietas, se entrelazan con otras letras, nacidas de otras nubes. 


Si llueve sobre mojado, en estos seres que escriben, que seamos empapados de tiempos eternos del amor que nunca muere y desafiando temporales naturales, vientos huracanados, tsunamis y todo tipo de volcanes. 


No podía parar, las palabras salían expulsadas de mi boca con la velocidad que imprime tanto tiempo de silencio, en mi pecho guardadas. Hasta ese momento ese tronco de árbol, se había mantenido suspendido en el tiempo, hueco hasta del mismo aire que se negaba a recorrer su misterio. 

Hasta ese momento. Todo lo que de mi salía iba impregnando su seca y áspera corteza. Se trataba de un elixir primigenio forjado con la esencia que esconden las palabras. Fue calando hasta la misma raíz. 


Por fin, tras nubes oscuras, dando codazos, el sol se va abriendo paso. Un tímido arcoíris, alegra el campo de cuerpos tendidos, rendidos, mojados, por lluvias continuas de penas y llantos… ¡Ya llega el color! Se alejan espantos. 


Cual musa me inspiraste tú este verso - Salvador Arnau



Te vi bajo la fuente, bajo el agua, 
en un país lejano, azul y bello, 
cual musa me inspiraste tú este verso, 
sentí ese beso ardiente en tu mirada. 

 Adónde me llevabas, preguntaba, 
el cielo se burlaba de mi miedo, 
el mar era un tormento sin tu pelo 
danzando como el aire en una daga. 

 Me llamas o te llamo, yo dudaba, 
el tiempo me robaba tu misterio, 
no quise perecer en cautiverio, 

tan sólo transitar por ese imperio 
que cuidas, cual mujer, entre su empeño 
por ver finiquitado nuestro drama.


La piedra del lago - Nancy Navarro & Salvador Arnau




Rosa y Luis vinieron muy temprano a casa, llamando con prisas. Me levanté de la cama asustada por la insistencia. Fui corriendo a abrir la puerta para que mis padres no se enteraran.

 ¿Qué queréis a estas horas de la mañana?  les pregunté, muy extrañada.

 La abuela salió y no volverá hasta la hora de la comida, tenemos toda la mañana para acercarnos al lago  dijo Rosa, alegremente.

Pero mis padres están durmiendo y hoy no trabajan - contesté muy seria.

 Estamos perdiendo el tiempo discutiendo. Vamos de una vez  insistió Luis.

Fui a despertar a mi hermana y salimos a toda prisa con un pedazo de queso, un poco de pan y una botella de agua bajo el brazo.

Luis y Rosa, nos esperaban ansiosos. No quedaba muy lejos el lugar al que nos dirigíamos, unas colinas cercanas que eran nuestro secreto lugar de encuentro. Por el camino, saludamos a los vigilantes del tanque de agua que a nosotros nos sonaban a ríos de gloria. Nos dirigimos hasta la segunda colina y nos sentamos esperando a que amaneciera y el sol, cual carruaje dorado, lanzara rayos de claridad como flechas de oro.

Al ir encendiéndose el mundo, saludamos a liebres, venados, ardillas y pájaros que despertaban alegremente. De pronto, escuchamos los pasos a galope de un caballo y su jinete nos descubrió, se acercó a nosotros y nos dijo:

Chicos, ¿qué hacen hay tan temprano, adónde van?

Muy cerca de aquí, a casa de doña Leonor - contesté, sintiéndome responsable al ser la más mayor de todos.

Tengan cuidado - nos advirtió mientras desaparecía de nuestra vista.

Doña Leonor, la abuela adoptada de mi infancia, nos vio llegar y nos saludó.   Nos invitó a entrar en su casa. Compartimos con ella el pan y el queso, y nos preparó un potaje delicioso. Nos habló del campo, de los animales y de las hadas y duendes del lago que había tras las colinas. El tiempo pasaba muy deprisa escuchando sus historias. Nos despedimos de ella y nos dirigimos hacia el lago en busca de toda aquella fantasía que nos contaba.

Rodear aquel lago, era como estar en un sueño de hadas y duendes. Las mariposas eran de múltiples colores y las ardillas se cruzaban en nuestro camino como si quisieran saludarnos. Mi hermana, Rosa y Luis, jugaban y saltaban disfrutando de aquel pequeño paraíso en el que nos encontrábamos. Una piedra brillante llamó mi atención, la cogí, la miré y escuché una voz que decía:

 “Recuerda que no debes llevarte nada que pertenezca al lago”.

 Sí, ya lo sé - contesté mentalmente mientras me la guardaba en el bolsillo de mi overol.

Desandamos el camino de vuelta a casa pero éste había cambiado de color, ahora era grisáceo y frío, el verde de la hierba había desaparecido y hasta los pájaros habían enmudecido su canto.

Al llegar a casa, nos dieron la reprimenda por escaparnos tan temprano. La aceptamos porque sabíamos que los adultos no podían entender que veníamos de un lugar lleno de fantasía donde ellos no podían entrar.

Cuando llegó la noche, tuve un presentimiento. Me levanté de la cama a ver si mi piedra brillante seguía donde la había guardado celosamente. La encontré en su sitio, pero me sorprendió ver que había perdido todo su brillo. Volví a acostarme pero los sueños estaban llenos de angustias. Alguien me perseguía y me recordaba que aquella piedra no me pertenecía, que no podía llevármela. Mi hermana me delató ante la madre naturaleza y yo seguí negándome a reconocer que la había robado.

No pude dormir bien en toda la noche, me levanté muy agotada y el día amaneció con lluvia, con nubes por todas partes y sin la presencia del sol. Una gran tristeza me invadió y me quedé todo el día en casa.

Rosa y Luis, vinieron y me dijeron que su abuela estaba muy enfadada y que les había prohibido salir conmigo porque era un peligro para ellos. Se marcharon y no volví a verlos en todo ese día.


Regresé a mi habitación y busqué el cofre. La piedra seguía ahí, pero su brillo seguía ausente.

Al llegar la noche, la lluvia se intensificó y escuché un ruido cerca de la ventana. Me acerqué para mirar y vi al búho del bosque.

Esta misma noche, tienes que volver a dejar la piedra donde estaba o algo malo podría sucederle a tu hermana - dijo muy seriamente el señor búho.

Asustada, corrí a por la piedra, la envolví en un pañuelo, cogí un paraguas y salí silenciosamente de casa. De camino hacia el lago, volví a encontrarme con el señor búho y me dijo:

 Cierra los ojos.

Los cerré y al abrirlos estaba algo desorientada. Todo era oscuridad y sólo me quedaba la opción de seguir sus pasos.

Al pasar cerca de la casa de doña Leonor, escuché una voz de fondo que decía:

 Niña traviesa, ¿no te dijeron que no cogieras nada del lago?

 Perdón, doña Leonor, por haber desobedecido las reglas de la naturaleza - contesté mientras un par de lágrimas resbalaban desde mis ojos.  Ahora mismo voy a dejarla donde la encontré.

Un estruendoso rayo partió un árbol por la mitad y cayó al suelo en pedazos. Seguí corriendo, con más miedo del que podría haber imaginado tener nunca, para llegar hasta al lago. Por fin llegué hasta el lugar donde habitaba la piedra antes de ser secuestrada por mis manos. La dejé en su sitio no sin antes darle un simbólico beso y volví a toda prisa hacia mi hogar.

Me acosté y al día siguiente, cuando me desperté, mamá me cuestionó si había tenido una mala noche. Yo le pregunté por mi hermana y me confirmó que estaba bien.

Para todos los males, hay dos remedios: el tiempo y el silencio.

Nunca pude contárselo a nadie, pero hoy, después de tantos años, no he podido ni he querido evitar sacarlo a la luz, entre letras, para sentirme aliviada. Y la verdad es que al relatarlo y publicarlo es como si me hubiera quitado una piedra que había estado sobrecargando mi espalda durante mucho tiempo.




Mayúscula amistad - A. Sanders & S. Arnau



Y entonces tú, dijiste que te ibas, y yo no sabía ni adónde ni a qué. Y mi corazón enmudeció dudando si querías o no querías seguir siendo mi amiga. Pero en tu fuga, fui paciente porque tenía la impresión de que eras una persona que pertenecía a un mundo maravilloso, a pesar de que hay gente que no logre entenderlo. 

A esas gentes, deberíamos darle la oportunidad de que entendieran que sin una mayúscula amistad es complicado vivir en plena conciencia.

Obnubilada por un exceso de tristeza, consideré alejarme en silencio. La agridulce congoja pesaba una tonelada. Me empeciné en llevarla sola, la saboreé en soledad. Error de alma cegada. Jamás rechazaría una amistad sincera, a la que aquilato como Salomón a la sabiduría y al oro de Ofir.


Que tu corazón y el mío se quiten las mordazas y hablen y canten en certezas sostenidas de que nuestra amistad es forjada por un herrero superior. Muchos me han prejuzgado, pero tú, tú has sojuzgado esa inclinación, valorando aspectos profundos y por eso eres un tesoro inagotable y una marca indeleble.









Presente para Laura





   José G. Flores   Laura Mir


Las olas de la mar - Santa Barbara & Salvador Arnau



Las olas de la mar de Sitges nos rodeaban aquella tarde de verano. Me acerqué hasta ti y, entonces, busqué tus labios, te besé. Me lo estabas pidiendo a gritos. Sentí que el agua del mar nos atrapaba, nos engullía hacia su profundidad y nos ahogaba, llevándonos a un mundo donde nadie más podía entrar. ¿Ya no te acuerdas?

No recuerdo bien si fue en Sitges o  en Benidorm. Espera, espera… sé que era el Mediterráneo con todo su esplendor, su cielo azul, sus aguas tibias y sobretodo éramos tú y yo…, pero aquel día me sentí la persona más completa del mundo, nada me iba a estropear aquel momento. 

Llegó el ocaso y fuimos a contemplar la belleza de una puesta de sol desde la habitación del hotel. Recuerdo que saqué el móvil para grabarlo y después lo subí a “TeleTube”. Le añadí una canción ("Pero al menos nadie puede arrebatarme el mirar el cielo y recordarte, oh, nadie." )de la que creo que ya ni te sonarán sus notas, pero yo no las olvido.  Sentí que el mundo se había puesto a nuestros pies sin habérselo pedido, fue genial, ¿no te parece?

Esa canción no se ha borrado de mi memoria, sigue en el archivo de mi corazón. Siempre que sopla el aire, nos transporta el olor y el sabor de nuestros ratos juntos, esos momentos que debemos seguir viviendo.  Es bueno y saludable para nuestras mentes y para nuestros cuerpos.

Y la vida siguió como siguen las cosas que tienen mucho sentido...

 Santa Bárbara       




Sorpréndeme - C. Peralta & S. Arnau



Quizá el sol te sorprenda una noche, cuando se te alargan las horas en un viaje, y te des cuenta de que vivimos en tiempos distintos, que estás en mi año próximo y yo en este, el que dejaste atrás. Pensaré en ti como un algo que sucederá y yo seré lo que nunca ocurrió o quedó incompleto en tu reloj. Media jornada de trabajo en tu corazón. Aquel fuerte que tuvo el valor de tomarlo y dejarlo por un sí que finalmente fue no. La balanza me impulsa mientras te pesa el error.

A mí lo que más me gusta es como te tomas las cosas, aceptándolas tal y como son. Un barco se hunde y el que viene después, al verlo, rompe el billete y no sube a bordo. De esa manera salvas tu vida que no es mía sino tuya y la proteges ante los infernales e imprevisibles maremotos de los océanos que nos distancian.

Volar nunca fue tan bello, como cuando pude en las alturas contemplar tus océanos, de barcos anclados o amarrados en puerto, buscando en las nubes mis brazos abiertos. El refugio protector donde se esconden mis versos, que rescata de la tormenta a los náufragos del tiempo. Despojando de fronteras sus sueños, porque no existen murallas en el firmamento.

Tal vez no lo sepas nunca, el verso y la palabra son energía positiva para cualquier alma. Seguiremos partiendo en cada puerto hacia lugares desconocidos en búsqueda de todo lo que hay dentro de nosotr@s mism@s. Eso que nos da ganas de vivir todos los días. Te busco y no te encuentro, debe ser que vivimos en tiempos diferentes.

Tú en Enero, yo en Diciembre, en esa fiesta donde espero recibirte y aquella resaca donde te perdiste con las doce uvas de un deseo imposible. Yo aquí, en el pasado, tú en los confines de un día de reyes entre colorines. De este siglo que vivo, tú ya te me fuiste y a tu nuevo año habré de seguirle. Y no voy a mentirte. En tu primer mundo tengo un escondite. Que en éste tercero, ya sabes, no existe. Mi isla es un sueño que nunca tuviste. Pasaste hacia el lago buscando otros cisnes.

Y la primavera acaba de empezar mientras tú saboreas el aroma del otoño, las hojas caen de tus árboles mientras los míos florecen. Mañana, seguramente sucederá todo lo contrario y es que es tan caprichoso el señor destino...






Te seguiré mintiendo - A. Sanders & S. Arnau



Te seguiré queriendo, sí, pero también te seguiré mintiendo. Te ocultaré el dolor de mi pasado para que no lo sufras. Te venderé una historia llena de ternura para que nunca sepas lo que más me hizo llorar en la vida.

Vieja lucha en la inconstancia de mi alma. Altibajos maquillados para no herir, para no involucrar a la mano amiga. Una sonrisa desdibujada quiere nacer de nuevo, añora mostrar dientes y encías; pero el pretérito se interpone. Inmemoriales recuerdos cruzan la frontera e invaden mi presente.

Y ahora, ahora que todo quedó atrás, ha llegado la hora de contarte la verdad.

Siéntate, ponte cómoda y atiéndeme, porque lo que te voy a explicar no es para morir sino para sanar. Si estás dispuesta, si estás preparada, sólo tienes que darme tu permiso y empezaré a deshilar mi historia.

Y ahí estábamos, frente a frente, yo mirándola compasivamente y ella derramando ternura. Éramos el alfa y el omega de la conmiseración. Quería curar sus heridas porque haciéndolo, las mías dejarían de sangrar. Parecía una corderita, dócil y triste; sentí la tentación de hundirme en su tristeza, porque era bella. Pero me forcé a continuar con mi propósito. Deseaba ayudarla a salir del pozo en el que había caído.










+POPS