El ocaso había llegado, ninguno de los dos lo vimos venir pero lo presentimos. Total, daba igual que hiciera sol o que la luna impusiera su presencia, lo único que nos importaba es que estábamos juntos. Mientras paseábamos, el viento de la primavera parecía aire acondicionado que nos refrescaba aquella noche, cerca de la mar, de la vida y del amor que empecé a
sentir por ti. (Salvador Arnau)
El ambiente era de alegría por la camaradería, complicidad… un general despertar a la vida que en común se respiraba y flotaba en la atmósfera, pero faltaba algo… faltabas tú y un impulso irrefrenable me llevó al balcón. Noche de verano cuando todavía se podía ver el cielo cuajado de estrellas y mirándolas fijamente sentí la certeza de estar junto a ti en cualquiera de ellas. Cualquiera sería la afortunada dónde tú, con todo mi despliegue de fe
posible, imaginaba estarías mirando en el mismo preciso instante que yo. (María Palop )
Una noche linda y bella en la playa en la que no estoy, pero dónde me encuentro miro el cielo lleno de
estrellas y te presiento abrazados frente al mar. La brisa salobre juega con nuestros
cuerpos, qué gracia sentirte cerca sabiendo donde te encuentras, lejos de mí pero tan presente en mi pensamiento y mi corazón, envueltos en melodías que mueven el viento
cálido y sublime, cautivos y ocultos en una noche linda en la arena de la costa de nuestros sentimientos.
(Nancy Navarro+>)
Caminamos, uno al lado del otro. No hay palabras, no son necesarias. En el aire, flota nuestro instinto. Libre y bello. Te miro, como queriendo no hacerlo. Me gusta la emoción que embarga esa mirada furtiva. Guarda el deseo de recorrer tu rostro con mi mirada. Tus ojos, me puedo ahogar en ellos. Tienes una mar agreste retenido en el interior de tus retinas. Deseo nadar en ese mar, poder alcanzar en esta ensoñación el misterio de tu orilla.