Tú que me trajiste aquí,
hasta los confines de la mar
desposeído me dejas,
y desnudo me llevas
de orilla a orilla, al azar,
de puerto en puerto, sin piedad.
Y me dices que no es hora,
y que sin rumbo he de andar
por senderos y ciudades,
por angostos mares...
atracando en cada lugar.
Y en esas pequeñas cosas,
dices, por seguro he de dar,
que unidas entre sí, al final,
esas respuestas que busco,
dentro de mí, que no fuera,
las he de encontrar...
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