Tan sólo queda humo - Salvador Arnau


Como cada noche, se encienden las farolas al caer el ocaso y sigo, en cada paso, el rastro que dejaste en esta hoguera. Entonces, urgo desesperado por el último rayo del día buscando tu presencia. Te vuelvo a imaginar, te vuelvo a recordar, presiento tu figura en cada esquina que esculpe esta ciudad.

Los bares ya han cerrado, impera don silencio, y yo desesperado, persisto en el intento de hallarte a mi costado. Me enfado con la luna, no hay nadie, tan sólo queda bruma donde antes hubo aire. No importa  me digo  mañana puede ser que encuentre tu latido al lado de un milagro.

Se ha ido  murmura mi conciencia  y nunca  volverá, ayer ya no quería, marchó y no volvió más. Y por mi vena aorta se encienden las ideas que no voy a contar. La vida es un teorema, pensar... otro dilema, prefiero aquel poema que acabas de crear. No hay agua, se incendian mis pestañas de tanto alucinar.

Descansa mi mente, el sueño viene a verme, yo... me dejo llevar. Tal vez, muy pronto, las noches se terminen y empiecen a menguar como mengua la luna en su estación final, como mueren los trenes en el andén del mar. No pierdo la esperanza, el día ha de llegar, donde el baile que anida en esta intimidad, se acabe y se renueve lo que me hace soñar.



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