Me llegan las facturas del pasado y estoy enamorado
del suelo que camina al son de tu cintura;
qué quieres que te diga, tu ojo me asegura
ese beso de un futuro ilusionado, aquel que andas guardando.
Me dices que los besos de Cupido se acunan a tu lado,
navegas la marea, eludes la locura,
agrandas, en ávido valor, a esta holgura
que en tu silencio amado, trabajas con el verbo equivocado.
Me siento en el raíl de un tren hastiado, billete enquilosado,
andenes que me engañan plenos de premura,
respiras todo el aire sito en tu medida;
si quieres que te quiera, envíame correo certificado.
Mañana se acabó nuestro legado, tal vez se ha terminado
el lujo de sabernos, flujo de tu herida;
a mí también me sangra, mi amor, la deriva
de no saber si tú también me quieres, sin puya y al contado.