El grito en el costado - Maximiano Revilla



Vale cualquier imagen que guardéis de mí. Es muy probable que vuestra consciencia haga el resto: enmascararme o desenmascararme, pintar el grito en el costado desde el que me di a la fuga, amanecerme a los cincuenta.

Me podéis afeitar y cortarme el cabello y ponerme corbata y vestirme con traje de entrevista. Me podéis imitar. Sí, por supuesto. Me podéis respirar como un mar niño que lentamente está creciendo, igual que esas cinturas que ya pasaron los cuarenta igual que los tobillos de las embarazadas.

Me podéis cubrir de escombro y basura, ensombrecer mi juicio, emborronar mi ausencia, esa que asoma egoísta en los cristales de tantos descontentos como van a pedir mi aprobación.

Ignoro si mi sábana debería oler a mansedumbre, si las muecas de mi rostro, inspiraron a escondidas el piercing de la lengua el color mariposa donde todo transcurre.

Me podéis inventar y reinventar que yo como los hombres siempre estaré presente.

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