Desde aquí veo como se marchitan las vidas de los hombres bajo la indiferente tiranía del tiempo, no hay mucho que cambie este hecho, todo lo que empieza parece tener un final. Midiendo sus pasos, los recuerdos se pasean por mi memoria saludándome a veces, otras indiferentes a mi presencia.
De dos en dos, en racimos o en solitario, suelen seguir su camino, hasta que uno o varios de ellos vienen a visitarme y con los cuales departo un poco sobre esto o aquello.
Poco hay que pueda hacer, sólo apuntar lo que ocurre a mi alrededor en todo momento, tengo viviendo en mi memoria un escriba de pétrea pluma que graba sobre la arcilla lo que le dictan mis blanquecinos ojos.
Hay tanto por contar y por recordar, que pocas veces lo veo ocioso, siempre con la cabeza agachada grabando sin parar, esclavo de lo que pasa delante de la mirada de un tiempo.
A las que son como yo, eternas imágenes de los sueños locos de algún artista.
Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo.
Sólo nosotras podemos contar la historia de civilizaciones, de eras olvidadas, de mundos perdidos que ya nadie recuerda. Por nuestras edades somos la memoria de de los arcanos olvidados, historias de vidas grabadas en la arcilla de los recuerdos. Estos que impiden que la locura de la soledad nos mate una tras otra.
Cuántas veces habré visto a mi creador inclinado sobre sus dibujos, moldeando arcilla, soñando con su próxima locura, hasta que se da cuenta de que sólo es un recuerdo. Me duele ver como las lágrimas brotan de sus ojos mientras se aleja dándome la espalda, siento mucho su dolor, pero así son las cosas.
No puedo llorar, aunque a veces moriría por poder hacerlo, pero tampoco puedo morir, estoy condenada a ver el sufrimiento, la alegría y la vida de los demás sin poder hacer más que mirar por estos pétreos ojos.
Seré bella, codiciada y puede que desechada hasta el fin de los tiempos, seré la memoria de lo que un día fue, de lo que hoy es y mañana será, subida a mi pedestal seguiré viendo cómo pasan las vidas de los hombres de largo, mientras anhelo vivir la mía.
Puede que el tiempo que todo lo destruye acabe algún día con mi sufrimiento, pero eso será dentro de mucho, mucho tiempo.
Me admiran como una obra maestra y no soy más que un pedazo de mármol, frío y condenado a ser casi eterno, que sueña que quizá un día pueda vivir y morir, sueños que seguro se perderán en las idas y venidas de los recuerdos que guardo como tesoros.
Sólo soy una de las estatuas que jalonan los senderos del tiempo, esperando un final que nunca llega, y mientras espera va anotando la historia del tiempo.
BENJAMIN J.M.