De regreso a casa - Laura Mir




Después de tantos años, volví al mismo lugar. Aquella noche llovía, apenas se veía nada. Pude palpar el muro, y sin perder contacto, seguí caminando hasta encontrar la puerta de entrada. Recorrí el sendero hacia la casa en aquella oscuridad e inseguridad de no saber donde pisar, hasta que un relámpago me la mostró como siempre, altiva e insolente se alzaba delante de mí. La gran morada de nuestros sueños, abandonada desde hacía tiempo y con las puertas abiertas. Un panorama bastante desolador.

Frente a ella, recordé tus palabras repetidas tantas veces: "Todos tenemos derecho a nuestros silencios".  Vi que tenías razón y los respeté todos, porque el silencio en realidad es el gran sonido del miedo y del dolor. Hice ademán de girarme y regresar sobre mis pasos porque volvieron a mi memoria todas tus incoherencias, y entonces me di cuenta de que nunca sentí aquellos muros como propios.
Pero no podía irme sin decir nada, sin poner una nota y sin cerrar las puertas. Esperé.

Dejó de llover, el cielo se despejó y apareció la luna llena dando cierta claridad y entonces pude ver que los vidrios de las ventanas estaban rotos, algunas persianas yacían descolgadas, la madera del porche estaba podrida y la enredadera amenazaba con cubrirlo todo.  

Se me quitaron las ganas de luchar contra ella porque yo había cambiado. Después del accidente no fui la misma, lo parecía, pero un pequeño siete en el brazo me recordaba a diario que por mucho que acercara la nariz, ese día y todos los días sucesivos, serían distintos olores y los nuevos aromas debía definirlos a mi manera.

Dejé la maleta en el suelo, pesaba. Me acerqué a la entrada de la casa y con esfuerzo, atranqué la puerta por fuera. Todo había perdido su sentido. Me giré, recogí mi maleta y buscando el muro, desandé el camino.





+POPS