“No, no, no puede ser… —noto que giro la cabeza negándomelo—,… … Esto que me ha pasado no es real”.
Observo que me miras un instante, agachas la cabeza y no dices nada.
Una suave brisa entra por la ventana abierta y revuelve las cortinas como para indicarme que fue verdad.
“Era tan evidente, su aroma lo impregnaba todo, como cuando cae la lluvia y tras el seto, olía al temprano amanecer y a enebro; acerqué la nariz a mi piel, a la almohada, a las sábanas para cerciorarme, y era de él, me extrañó mucho porque nunca estuvimos en el jardín.
Qué quieres que te diga, no nos hicieron falta las palabras para tanto frenesí, ambos nos entregamos a una pasión desmedida y singular, sentires únicos, derramados entre su torso y mi piel. Respondí a su provocación, porque es mejor quemarse que apagarse lentamente, y nos entregamos con tanta desmesura e ímpetu que traspasamos los estados de la materia, aún sabiendo que nuestro amor era imposible.
Todavía temblaba cuando desde los pies de la cama me dijo:
— Por favor, sonríeme, no me dejes marchar así.
Me giré y ahí estaba él, un hombre gris etéreo, hecho de deseos y nubes”.
Ahora que te miro, sé que lo sospechas, permíteme que no cierre la ventana por si desea volver.
Para el concurso "Fraseletreando"
Yo no puedo enamorarme de ti...