Como estoy convencida que
miras mi blog antes que tu móvil, y después de mandarte unos cuantos mensajes a
los que ni has ojeado, te dejo aquí como si fueran nuevas, las noticias viejas.
Aquella que te comenté que
quería denunciarme y de la que me distancié para evitar males mayores, porque
muy centrada no me parecía. Me ha llamado esta tarde y me ha tenido más de dos
horas al teléfono, la vida es tan injusta, con unas mucho y con otras tan poco.
Hoy por fin me he dado
cuenta de que tengo alma, sí, sí... ya no me cabe duda. Ahora me falta creer en
la ruleta reencarnativa esa de la que tanto me hablas, entonces muchas cosas
encajarían y posiblemente terminaría por definirme y definir ciertos aspectos
de mí que en momentos como estos me sorprenden, como esta paciencia que tengo a
veces, seguro que en otra vida debí ser confesor, confesora, confidente o algo
así.
La pobrecilla, ha llorado, gimoteado
y hasta creo que finalmente ha colgado el auricular algo contenta. Si ella
supiera que escasamente la he escuchado. De tanto en tanto, ya sabes que se me
da bien meter el sí y el no, y hacer una pregunta con su última respuesta para
que siga contando.
De lo que sí me he enterado y muy bien, es que no sabe quién
es el padre de su hija, dice que por aquel tiempo estaba muy descontrolada, eso
no hacía falta que me lo apuntara, hasta ahí llego deduciendo solita y sin
esforzarme mucho.
Pero lo más, de lo más, ha sido cuando me ha comentado que se lo ha soltado
al hombre que está haciendo de padre bioconvencidísimo
de la criatura, y a José María, sí, sí... porque al parecer le compartimos. Aquí
me ha entrado la tos.
Imagino, porque no me he visto la cara, se me ha
desencajado la mandíbula inferior, al igual que esta mañana cuando he intentado
entrar en ese blog que adoras tanto y estaba todo negro y con el desasosiego y
la inquietud de no saber dónde cliquear.
Volviendo al tema de esta
chica, no hace falta que te diga las innumerables cruces que me hago intentado
explicarme las posibilidades que existen para ser atún, naufragar en su propio
plato de ducha y encima ahogarse por no saber nadar.
Hoy por fin y después de tan
larga espera, ha llegado la dichosa sentencia del juzgado, acompañada por dos
policías como dos roperos, por si se perdiera o si me perdiera, esto no me
queda muy claro. Imponían un poco pero estaban buenísimos y han sido muy
amables, todo hay que decirlo.
Me han dejado el sobre y sí. Han aceptado todas
mis alegaciones por lo que quedo absuelta de todos los cargos.
No tengo que
decirte que he podido respirar aliviada, vuelvo a sentirme libre, pero triste a
la vez por ti, si bien no sé si te lo mereces. De todas formas te prometo que
aunque no me hagas ni puñetero caso, iré a verte a prisión las veces que haga
falta y en el bolso siempre te llevaré tabaco, aunque bien podrías aprovechar
tu estancia y dejar de fumar.