Sentada en el alféizar de la ventana de mi habitación, con los ojos cerrados, vago por mis recuerdos. En la oscuridad, siento que el viento roza mi cara y a lo lejos, veo tu reflejo.
Cómo oprime un abrazo sin tu presencia, es lo intangible de un eco que se mueve llevando la esencia a un mundo que a veces es como si no existiera.
Qué cansancio el no poder hacer nada que fuerce el pensamiento, volviéndose totalmente incoherente en cada una de las imágenes y letras que se recrean arbitrariamente, sin pedir permiso, por mi mente.
Creo que estoy volando, buscando el olor a hierba que deja la lluvia cuando cesa y emanan historias vividas en el pasado reciente que me hacen feliz y a la vez me destrozan el alma.
Y lloro, sigo llorando, pero no de pena sino de alegría porque sé que más pronto que tarde volveré a estar junto a ti. Tomo la decisión: mañana tengo que ir a reservar un billete de avión…
