El espejo me devuelve con
ironía la última imagen que refleja de mí mismo, y la verdad es que no me
importa.
Cómo hacer entender a los
demás este pozo de desesperación sin salida en el cual me sumerjo cada vez más
y más profundamente, sin poder jamás tocar fondo, es una espiral abrumadora que
me succiona hasta el infinito.
Lamentablemente he cumplido
mi sueño sin tener otro de repuesto, lo único que me quedaba era estirar este
lo que pudiera y hoy, me he dado cuenta de que de tanto estirar ha terminado
por romperse.
En realidad, no sé qué hago
aquí.
No queda un mañana entre
vosotros para mí. Últimamente siento nauseas y desolación cuando salgo al
escenario, sólo quiero salir huyendo hacia cualquier parte. Lejos han quedado
los días de comunión entre mi música y las miles de personas que la aclaman.
Entre todos me han dejado
sin energías para continuar, nada es como debería ser, nada nunca volverá a ser
lo que fue, ya no comprendo lo que se me quiere decir.
A momentos y desde hace
muchos días, esta frase: Es mejor quemarse que apagarse lentamente.
Me ronda por la cabeza, y a cada minuto que pasa le encuentro más sentido.
Poco me queda para ofrecer,
hace tantos milenios que lo que interpreto no me llena, que las notas y
palabras, parecen que me han abandonado a mi suerte.
Mañana no estaré.
Escribo la nota de
despedida, serán las últimas palabras que le dedico al mundo de los vivos.
Veo como mi mano carga la
que será mi liberación de una vez por todas. Sólo espero no fallar, mi dedo se
curva sobre el gatillo, apreta y la luz explota en mi mente.
Las lágrimas mueren sobre
mis mejillas, mi conciencia yace entre los brazos de mi alma, muero para la
luz, aferrándome a la oscuridad y con la seguridad de que un día me convertiré
en un mito.
Para: Kurt Cobain