A esas gentes, deberíamos darle la oportunidad de que entendieran que sin una mayúscula amistad es complicado vivir en plena conciencia.
Obnubilada por un exceso de tristeza, consideré alejarme en silencio. La agridulce congoja pesaba una tonelada. Me empeciné en llevarla sola, la saboreé en soledad. Error de alma cegada. Jamás rechazaría una amistad sincera, a la que aquilato como Salomón a la sabiduría y al oro de Ofir.
Que tu corazón y el mío se quiten las mordazas y hablen y canten en certezas sostenidas de que nuestra amistad es forjada por un herrero superior. Muchos me han prejuzgado, pero tú, tú has sojuzgado esa inclinación, valorando aspectos profundos y por eso eres un tesoro inagotable y una marca indeleble.