Guíame - Nancy Navarro


Quién podría, en esta oscuridad absoluta, mirar por dónde ir. Eran esos ojos centelleantes de una chica que nos guiaba en esta excursión que nos llevaba no sé a dónde.

En ese espacio inhóspito, lleno de criaturas no vistas ni fotografiadas antes. No podía verlas, pero las presentía en la oscuridad desde donde me guiaban y nos adentrábamos en escabrosos y pestilentes  caminos de la nada. 

Sólo ella miraba y sabía hacia donde me dirigía aquella noche tan tupida, como si fuese de terciopelo negro, que ni luna ni estrellas alumbraba, qué caminos son estos, que ni en cuentos se encontraban, sólo una oscuridad, andar y andar en fila india, algo que me angustiaba.

Dime, ojos brillantes, qué ves en el camino que yo no puedo vislumbrar, ni aunque agudice mis pupilas en tan espesa oscuridad que parece petróleo que me envuelve. Para mitigar esta angustia en esta noche que me abraza, sólo pienso en lo hermoso de un amanecer y un ocaso de esos días que ya no están. Cómo los extraño en este momento que ya no la quiero ni los deseo en este momento.

Dime, ángel mío, me guías a mi última morada después que ya he muerto en la inmensidad de mi negra noche, que me doblega. Ángel, de mirar fulgurante... ¿Es al infierno dónde vamos en esta desazón tan grande?

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